Mecanica

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sábado, 15 de noviembre de 2014

Tiempo...


Caminar por la calle y ver esa peculiar danza entre las hojas de los arboles caer y el viento, ese viento cortante y frio, esas hojas muertas que alguna vez fueron parte de la esencia del árbol. Ver a tu alrededor y escuchar solo ruido, el tic tac de los relojes de la gente caminando a toda prisa, los ceños fruncidos de la gente dentro del automóvil  que pitan sin parar, la gente que vive la vida a toda prisa, sin percatarse de las pequeñas cosas que pueden alegrar el día. El tiempo, enemigo de todos; de la gente, de la vida... del amor. Largas las horas se sienten cuando no estas con ese ser especial, pero corto se hace cuando estas con esa persona, ¿Por qué?, tal vez porque no sabemos disfrutar el tiempo, las horas, los minutos... los segundos, o simplemente, ignorar el tiempo y disfrutar de la compañía. El tiempo suele ser cruel, muy  cruel, no perdona ni espera a nadie, infinito y sin bondad; hay que saber cuando ignorar el tiempo, cuando no tenerlo de compañía, pues el tiempo nos consume, nos mata muy lentamente, nos abre grietas en el rostro, nos pinta el pelo de un gris deprimente, nos consume la felicidad, nos trae recuerdos de arrepentimiento... nos trae la muerte.

Cuando mis años nuevos me hayan hecho viejo, seré un sabio consejo y tú reemplazaras el vuelo. Recorrerás las dunas del desierto pensando que ahí hubo agua y el sol te abrazará cada mañana para continuar el tortuoso tiempo. En cada palmera que encuentres veras el refugio del viento y acariciaras la sombra para un breve descanso en tu alma, se arrugará como yo, tu piel y tus pasos se verán cansados pero aun no sera el día de alejarte hacia la noche oscura.

Recordaras el rostro del ayer que llenas de luz, fueron para ti, las sublimes miradas y jóvenes sonrisas. Hoy esas mirada también las arrugará el tiempo. Y sin poder dar un paso atrás fluirán los recuerdos en titilante luz que se apaga, al Reflejo en un espejo.

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